LA AUTOESTIMA.-
Denominamos autoestima a la facultad que tiene un individuo
de conocerse y considerar su propio potencial positivo. Según pensamiento de muchos filósofos como Sócrates o místicos como Edith Stein, la
felicidad humana sólo es posible si hay armonía y paz entre el cuerpo y el
alma. La autoestima estimula al cuerpo a
seguir al alma como un hijo a su madre y al alma la induce a conducir al cuerpo como una madre a su hijo; entre ambos
siempre media el amor mutuo, unión indispensable. Y eso es precisamente la
autoestima: amor, amor al mismo yo,
.pero un amor de sí mismo ordenado, destinado al amor de otros. Y ello porque eso es el ser humano: una máquina para amar. Se halla orientado desde la base de sentirse creado por
Dios y querido por El muy profundamente
y, a la vez, en la dirección del
servicio al prójimo, que, igualmente, es un hermano amado de Dios. Se
diferencia totalmente la autoestima del
amor desordenado de uno mismo, soberbia o egoísmo, porque éstos no tienen dicha base ni dicho fin. No es
autoestima el creerse de entrada mejor que los demás, ni tampoco el desear el dominio o la
superioridad. sobre otros. Esto representa
una vulgar soberbia o acaso un complejo de inferioridad reactivo.
Autoestima es simplemente el estado de ánimo que nos hace ser superiores a
nosotros mismos, valorando más los medios empleados que los resultados
obtenidos., es decir: más la batalla que la victoria. Es autoestima el crecerse ante las dificultades, el superarse ante
los errores, el anhelar la perfección soñada con esfuerzo y constancia. Es
autoestima el sentirse libre y responsable ante los problemas propios y ajenos,
es autoestima el encontrarse a gusto con uno mismo, aún deseando mejorar mucho. Es autoestima el saborear el trabajo realizado, la
satisfacción por el cansancio y un firme propósito de superación. Es
autoestima el superar fracasos con la esperanza segura de una corrección pronta y efectiva.
La autoestima es un caudal
que se nutre de tres fuentes: de los demás, de uno mismo y del Creador.
La primera: por sentirse querido de otros, es propia de
la infancia y crecimiento, y es un factor necesario para el desarrollo psíquico de
la persona. El amor de los padres, el sentirse amado, alimentado, arropado y
admirado por ellos, es indispensable
para poder vivir y llegar poseer una mente
equilibrada. Su carencia es origen seguro de psicópatas y de asesinos.
Tras de cada monstruo social se esconde un ser inadaptado por carencia de
afecto, una falta adulta de autoestima
que arrastra al individuo al desprecio al egoísmo y al odio hacia toda la sociedad. Tras cada
déspota, cada desequilibrado que vocifera, que insulta o que humilla, no hay
más que un problema que nació acunado por la carencia de autoestima. El gran motor que mueve al
individuo es el sentirse apreciado, y respetado por otros.
El segundo origen es una autovaloración positiva. Comienza a
funcionar en la madurez psíquica, de la que es fruto. Es necesario que funcione
de manera independiente del medio externo, de padres y amigos, ya que durante
la vida son frecuentes las circunstancias fisiológicas y circunstanciales que
reducen el nivel general de autoestima. Sobre como se puede conseguir su
incremento dedicaremos la mayor parte de este tema.
El tercero es de origen religioso, también procede de la madurez, pero en la fe,
en la creencia en un Ser Superior que nos ha hecho porque nos ama desde toda la
eternidad. Los cristianos agregamos que nos ama sin límites, con toda su fuerza
infinita, porque sabemos que derramó su sangre en Cristo, imagen perfecta de su Padre, para salvarnos a cada uno de nosotros. Por eso tenemos
conciencia de que somos seres únicos e irrepetibles, por eso tenemos conciencia de nuestro enorme precio. En la fe, en la esperanza y en la caridad del
cristiano no hay lugar para conceptos de inferioridad, ni para la mediocridad.
El tener a Dios como dueño y Señor es fuente inagotable de autoestima y de libertad. San
Agustín, obispo de Hipona decía: " Rechaza ser siervo del Todopoderoso y verás como tus temores serán tus amos; adora y sirve a tu
Creador y verás como tus complejos te
obedecerán como a su señor y amo."
Por otro lado el primer mandamiento de la Ley de Dios es
"Amarás al Señor, tu Dios, sobre todas las cosas, con todo tu corazón, con
todas tus fuerzas, con toda tu mente.", y el segundo es: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo." No está
por tanto la perfección cristiana en despreciarse a sí mismo, en olvidarse de
uno mismo, en menospreciar los valores propios, sino que está en elevarse de nivel, para subir también de igual manera la temperatura del amor a los demás y por ende la
bondad del servicio a prestarles. Poco puede amar al prójimo, poco puede serle
útil, quien poco se estima a sí mismo.
Su amargura interior acabará agriando al hermano, su auto-desprecio se
transformará en olvido del otro, su
tristeza profunda será un revulsivo para todos. Cuanto más, la persona que se
aprecia..¿ no ha de querer lo mejor para
sí misma y para los demás?. Se llenará del oro de la felicidad, sí ..pero para
después compartirlo con los demás, y si se va gastando repetirá la acción las
veces necesarias hasta conseguir que todos los próximos dejen de habitar en un "valle de lágrimas", para vivir en un vergel florido de luz y de alegría, de paz y de concordia.
Volvamos a la autoestima que brota de uno mismo. Es,
haciendo un paralelismo, como un jarrón de flores encima de una mesa. Necesita
de la integridad de ésta última para mantenerse en pie de manera estable. Las
cuatro patas de esta mesa se llaman: fidelidad, generosidad, paciencia y
respeto. Son también los cuatro ingredientes precisos para con uno mismo, para con la familia, y para con la sociedad.
Fidelidad.- Para el mantenimiento firme de ese jarrón de
íntima paz me es necesario, a parte de ser fiel a Dios que me ha amado desde
toda la eternidad, el ser fiel a mí
mismo, no deseando con mis ojos otras
dotes mejores que las que poseo, que de
seguro han de existir en otros. Me es necesario ser objetivo con mis cualidades, sin
aumentarlas ni disminuirlas, me es preciso guardarme fidelidad en la
constancia, en el desarrollo del trabajo y del ideal que secretamente me he
impuesto. Ser fiel para reconocer y utilizar aquellos talentos recibidos sin
desgastarlos por mal uso y sin dejarlos dormir, empeñándome en ellos al bien ajeno. Ser fiel en saber estar cada día de la vida ante uno mismo, analizándose veraz y
objetivamente sin
angustias pero con plena responsabilidad.
Generosidad .- Ser generoso conmigo mismo para saber
encontrar lo mejor de lo mejor, para saber ser audaz, para poner el listón lo
más alto que se pueda. Agrandarse lo suficiente para vivir con
entusiasmo, para hacer vivir así a los demás. Generosidad para
valorarse en nuestros pequeños éxitos, en sus sacrificios, en sus trabajos y en sus aciertos. La audacia de sorprenderse a uno mismo, es el
arte de ser siempre joven. Hemos de proyectar generosamente el calor personal con toda la familia, con los compañeros, con los amigos.
Paciencia- Ante las dificultades, ante los reveses, ante los
fracasos. Paciencia sin olvidar nuestra condición natural de debilidad, pero sin dejar de contemplar la superación. Paciencia que
nos permita seguir estimándonos a pesar de cualquier error realizado. Paciencia ante las críticas recibidas de otros, evitando ser
destruído por envidias o celos. Paciencia por todas las limitaciones físicas, que pudieran ser del habla, del oído, de la vista o de la movilidad,
sin olvidar que cualquier minusvalía realiza la hipertrofia
funcional de otros órganos. (conozco el caso de una persona tartamuda que quizás no
tuviera una carácter tan extremadamente sensible, noble,
leal y servicial, en una palabra tan encantador .. si es que Dios no la hubiese
bendecido con aquella pequeña limitación..) Paciencia ante las debilidades de nuestro carácter, como el mal humor en ciertos
momentos, como los olvidos de los demás, como la pereza o la necesidad de
hablar siempre más de lo necesario. Paciencia ante todos los defectos, pero siempre con
capacidad de lucha, de superación, de enmienda y corrección. Esta es la verdadera grandeza del ser humano.
Respeto.- Hacia el alma y hacia el cuerpo, porque somos únicos e irrepetibles. Respeto para el cuerpo sin forzarlo en el comer ni en el beber.
Sin forzarlo a fumar o a beber, consciente del daño que hacen el tabaco y el alcohol. Respeto a nuestro cuerpo que necesita ejercicio y hacia nuestra mente que necesita también del descanso y de recreo.
Respeto a la propia estima ante fracasos colectivos, sabiendo no inculparse de las responsabilidades de otros. Respeto a la mente procurando no forzar sus limitaciones, marchando al ritmo y velocidad que ella nos permite. Respeto al rendimiento físico y mental, cuidado al planear cualquier acción, consciente de lo que se puede emprender y de lo que escapa a nuestras posibilidades.
Respeto a la propia estima ante fracasos colectivos, sabiendo no inculparse de las responsabilidades de otros. Respeto a la mente procurando no forzar sus limitaciones, marchando al ritmo y velocidad que ella nos permite. Respeto al rendimiento físico y mental, cuidado al planear cualquier acción, consciente de lo que se puede emprender y de lo que escapa a nuestras posibilidades.
La autoestima descubre en el yo interior en todas las etapas
de la vida y consigue un trato coherente con el niño que todos somos, con el
hombre maduro y con el anciano que también nos identifican. Por eso debemos ser tolerantes con nosotros mismos como lo debemos de ser con un hijo o con un padre. Me
debo respetar como lo haríamos con ellos, es decir: con paciencia ante la insensatez o las manías, con paciencia ante nuestra juvenil inexperiencia o con paciencia ante nuestro cansancio después de largos años.
Hemos de tratar de
vivir con el entusiasmo lo mejor de cada edad.. Decíamos que la verdadera tolerancia entre las personas
engendra cariño y transmisión de
valores, pues bien: también pueden combinarse mutuamente en cada uno de nosotros el respeto al
niño , al hombre y al viejo que nos acompañan como propio yo.
La Química cerebral.-
Siendo el autoestima una potencia psíquica también tiene su modo de expresarse a través de la química cerebral. Hoy día sabemos que las alteraciones del complejo funcional adrenalina-catecolaminas tienen una importante repercusión neurológica . La depresión puede desgraciadamente transformar el sentimiento de auto-valoración en auto-desprecio,... y en tal manera que puede empujar al individuo hasta su destrucción: el suicidio por odio o por asco hacia sí mismo. Ante estos acontecimientos, ni que decir tiene, que sobra todo razonamiento o toda disertación. No queda más remedio que atacar a la causa por su remedio farmacológico que vamos conociendo . Afortunadamente en no mucho tiempo el paciente va devolviendo el equilibrio su metabolismo del Sistema Nervioso y la presencia de autoestima reaparece en su nivel adecuado, protegida por bases racionales.
Tres mandatos para Mejorar la autoestima:
Se resumen en la máxima San Agustín, el sabio de Hipona : "Conócete, acéptate y supérate."
1.- Hemos de conocernos tal cual somos en todo. Nuestro pasado nos informa y debemos de conocerlo a fondo sin disimular lo malo ni menospreciar lo bueno.
2.- Hemos de aceptarnos y eso implica comprendernos y querernos con todas nuestras virtudes y pese a todos nuestros defectos.
3.- Hemos de superarnos a nosotros mismos, limando nuestras imperfecciones que litigan con los demás y mejorando nuestras actitudes en favor del servicio ajeno. Esto aumentará nuestra justa y merecida consideración, pues nuestras virtudes naturales son prestadas por el Creador, pero nuestras virtudes adquiridas o aumentadas son verdadera causa de autoestima.
Se resumen en la máxima San Agustín, el sabio de Hipona : "Conócete, acéptate y supérate."
1.- Hemos de conocernos tal cual somos en todo. Nuestro pasado nos informa y debemos de conocerlo a fondo sin disimular lo malo ni menospreciar lo bueno.
2.- Hemos de aceptarnos y eso implica comprendernos y querernos con todas nuestras virtudes y pese a todos nuestros defectos.
3.- Hemos de superarnos a nosotros mismos, limando nuestras imperfecciones que litigan con los demás y mejorando nuestras actitudes en favor del servicio ajeno. Esto aumentará nuestra justa y merecida consideración, pues nuestras virtudes naturales son prestadas por el Creador, pero nuestras virtudes adquiridas o aumentadas son verdadera causa de autoestima.
Ahora así ya podrás escribir TU NOMBRE Y APELLIDOS con MAYÚSCULAS y con TRAZO GRUESO en medio de una una hoja
de un cuaderno al terminar el día. Y firmar siempre subrayándolo. Verás cómo tu te haces importante para ti mismo y comprendes
que vales sobradamente por tu propio esfuerzo. Cada mañana recuerda al
despertar tus letras grandes y fuertes que escribiste el día anterior en
conmemoración de las cosas buenas que se te ocurrieron, que hiciste o
experimentaste. Haz proyectos nuevos y trata de cumplirlos. Si salen: ¡Bien!,
si no salen...., acéptalos como un reto que más tarde has nuevamente de SUPERAR.